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La historia de Ingvar Kamprad (IKEA)

enero 15, 2018


Hablar de Ikea es hablar de muebles y complementos para el hogar a precios económicos y sobre todo es hablar de éxito. Y todo esto es obra de un hombre desconocido para la mayoría y cuyo nombre es difícil de pronunciar, Ingvar Kamprad.

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Nacido en Suecia en 1926, desde muy pequeño ya tenía el gusanillo de emprender algún negocio. Es curioso pero a muchos de los grandes emprendedores del mundo han empezado su carrera desde muy niños, por ello es conveniente incentivar a los más pequeños a ser pequeños hombres de negocio.

El pequeño Ingvar creció en una pequeña granja y ya con solo cinco años empezó a hacer “negocios” sencillos pero prácticos. Su padre le dio este primer dinero para hacer inversiones como premio a sus buenas notas en el colegio.

Compraba cajas de cerillas en un almacén y luego se las vendía a sus vecinos obteniendo sus primeros beneficios con ello. Con siete años había aumentado su número de clientes haciendo el trabajo en bicicleta y amplió la gama de productos que vendía con semillas, postales, plumas y adornos para Navidad.

Muy pronto se dio cuenta de que el éxito consistía en comprar barato en grandes cantidades para venderlos a precios bajos consiguiendo con ello un pequeño beneficio. Ni más ni menos que el negocio del comercio que ha sido desde la antigüedad la que ha traído la prosperidad a las naciones

Con el tiempo el emprendedor fue ampliando su gama de productos hasta que en 1943 con sólo 17 años creo y registró la empresa Ikea cuyas siglas vienen de las iniciales de su nombre y del nombre de su granja y de su pueblo. Pocos años más tarde sacó su primer mueble que comenzó a vender mediante un método nuevo y original: la venta por correo.

Pero como es normal para muchos emprendedores con el éxito surgieron fricciones con los competidores que no les gustaba demasiado el éxito de Ikea y el joven Ingvar empezó a tener problemas con éstos debido a los bajos precios que podía ofrecer por sus productos.

Muchos de ellos comenzaron a presionar a los fabricantes para que no vendieran sus productos a Ikea. Pero para los grandes emprendedores un problema se convierte en una oportunidad para seguir adelante. Ingvar tomó entonces una decisión que marcaria el futuro de Ikea: Diseñar y fabricar sus propios muebles y más tarde salir al exterior buscando mercados menos problemáticos.

A pesar de ello Ikea prosiguió su imparable carrera y abrió su primera tienda en 1958 en la localidad de Älmhult y un año después se abrieron otras tiendas y su primer restaurante. La empresa había crecido considerablemente y ya contaba con más de 100 trabajadores.

Diez años más tarde Ikea empezó a expandirse internacionalmente con su primera tienda en Dinamarca y de ahí se fue extendiendo como una mancha de aceite a todo el mundo contando en la actualidad con alrededor de 300 tiendas por todo el mundo.

Las claves de su éxito del concepto Ikea están en vender barato mediante catálogo, vender productos de calidad a precios más bajos que la competencia y esto se puede conseguir ampliando enormemente el mundo de suministradores en todo el mundo a los mejores precios posibles y ofreciéndolos en sistema Kit de auto montaje para que sean los mismos clientes quienes monten sus muebles.

Este sistema lógicamente reduce los gastos de almacenamiento y transporte y por tanto los precios. Su modelo se estudia en las mejores escuelas de negocio del mundo. Sus tiendas y exposiciones de muebles se han convertido en lugares de excursión donde la gente pasea, toma un café gratis, lee el periódico, come a módicos precios y… “de paso” ve lo que se vende. !Qué listos son los suecos!

Hoy este gran emprendedor es uno de los hombres más ricos del mundo con un patrimonio de 54.000 millones de dólares y lo que más asombra de este personaje es que a pesar de su éxito y de su gran fortuna no tiene ningún afán de protagonismo, pocas personas lo conocen y su estilo de vida es sencillo y austero hasta límites insospechados.

Se dice de él que viaja en transporte público, su coche es un Volvo con 20 años de antigüedad y cuando viaja se aloja en hoteles baratos. Valora en los demás el trabajo y la humildad.

En una ocasión se le preguntó el porqué no viajaba en primera clase, a lo que contestó: “Podría viajar en primera clase, pero tener mucho dinero no es motivo para despilfarrarlo. ¿Por qué elegir la primera clase? ¿Para que una azafata me regale una copa de champán? Si me ayudara a llegar más rápido a mi destino, entonces, tal vez”. El concepto calvinista de trabajo, austeridad y prosperidad en una palabra.

Qué diferencia con estos otros “hombres de negocios” que todos hemos visto que a la primera que emprenden un negocio, para aparentar lo primero que hacen es tirar la casa por la ventana y comprarse un Mercedes o un BMW aunque sea a plazos. Si luego el negocio fracasa – y sucede muchas veces – viene el desastre económico y la vergüenza.

Es fácil ver la filosofía de este gran emprendedor en algunas de sus frases más famosas que hablan por sí mismas:

“La mayoría de las cosas están por hacer. El sentimiento de haber acabado algo es un somnífero muy potente. Una persona que se jubila pensando que ha hecho su parte enseguida se marchita. Una empresa que siente que ha alcanzado sus objetivos se estanca rápidamente y pierde su vitalidad”

“El tiempo es tu recurso más importante. Puedes hacer tanto en diez minutos. Una vez pasados, se fueron para siempre”

“No tengo miedo de cumplir ochenta años, tengo muchas cosas que hacer todavía. No tengo tiempo para morir”

“¿Sabes cual ha sido el momento más feliz de mi vida? Cuando el médico que opero mi cáncer me dijo que la operación había salido bien. Empecé a bailar de alegría. Desde entonces me siento joven”.